La Elegancia del Erizo

Ayer fui al cine para ver El Erizo, la opera prima de Mona Achache, un filme que adapta la exitosa novela de Muriel Barbery, El abrazo del erizo.
La película es una irresistible mezcla de lirismo, melancolía, cinismo existencial, humor y ternura, servido con una inteligencia y una originalidad extraordinaria.

La historia se desarrolla en el edificio de una calle de París. El trío protagonista está representado por la joven Paloma (Garance Le Guillermic), la entrañable portera Renée (Jossiane Balasko) y el enigmático nuevo inquilino japonés, el señor Ozu (Togo Igawa). En ellos establece los pilares de la narración. Contrapone desde el primer momento a estos tres individuos, introvertidos pero con un gran equilibro interno, con su aburguesado y falso entorno.

La pequeña Paloma, desencantada de su ambiente familiar acomodado y apático, graba con su cámara (versión audiovisual del diario en la novela) a toda la gente que le rodea, sus familiares, sus vecinos… y los va describiendo conforme aparecen en escena.
Reneé, una conserje cinquentona, que casi nunca sale de la portería y se dedica a devorar libros en secreto y Kakuro Ozu, un adinerado japonés que se traslada al edificio con una serena visión de la vida que les hará congeniar y transformar sus vidas.

La historia aborda los eternos temas de la muerte, el paso del tiempo, la soledad… y los perfila con los sencillos placeres de la vida cotidiana, como calzarse unas zapatillas al llegar a casa, saborear un trocito de chocolate, leer o preparar un té caliente.

Continuas referencias literarias, como Husserl o Tolstoi, musicales como Mozart, incluso cinematográficas como la película Las hermanas Munekata, completan los detalles de esta historia y dejan paso a la reflexión y a la ilusión de que algún día tengamos un vecino como el señor Kakuro.

No os la perdáis!!