
Sucumbiendo a los encantos nipones, ayer mismo me acerqué al centro para ver la última de Coixet.
Todos conocíamos la historia de la chica del mercado de pescado, que además es asesina a sueldo, y que se enamora de un occidental al que tiene que cargarse.
La directora muestra el estilo de vida occidental y el japonés a través de una relación de pareja entre un expatriado y una nipona. Coixet intenta hacernos ver que tales diferencias no existen y lo que quiere transmitir es que la pasión y el amor son universales.
Además de las tórridas escenas en el love hotel, los planos de la ciudad, el bullicio de las calles y los trenes tokiotas, la magnífica música (no está mal escuchar La vie en rose en japonés), hay que destacar el gusto por el detalle de la catalana, así como la fantástica recreación gastronómica que hace de un gran número de platos japoneses.
Tengo que añadir que no es una película para todos los públicos. Si no estáis acostumbrados a ritmos lentos o al cine asiático os parecerá aburrida e insulsa. Si lográis romper esta barrera, os toparéis con una historia muy dura plagada de pequeños momentos de felicidad.
Eso sí, sales con un hambre...